La oyó bajar las escaleras y entrar en la cocina. Sus hombros y pecho eran fornidos y sus brazos gruesos y vigorosos. Comenzó a vestirse, vertió agua del jarro y asentó la navaja de afeitar. Aspiró profundamente. El aroma le recordaba su querida Holanda, y le acompañaba durante todo el día. El cartero acaba de dejar esta carta para usted. Reconoció la escritura de su madre mientras desgarraba el sobre.
No trataré de describiros el mal rato que pasó mi joven protegida en el intervalo transcurrido desde el edad en que se produjo el cabreante descubrimiento del padre confesor y la hora señalada por éste para visitarle en la sacristía, con el fin de decidir sobre el sino de la infortunada Bella. Con paso incierto y la mirada fija en el suelo, la asustada muchacha se presentó ante la puerta de aquélla y llamó. La puerta se abrió y apareció el padre en el comienzo. A un signo del sacerdote Bella entró, permaneciendo de pie frente a la imponente figura del santo hombre. Siguió un embarazoso silencio que se prolongó por algunos segundos.
Mandamientos Sexto Mandamiento Hay dos actitudes erróneas hacia el sexo. Las dos bastante comunes. El hedonista ve la capacidad sexual como una posesión elenco, de la que no hay que rendir cuentas nadie.