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Así se siente ser trans

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Print Mi primer recuerdo es estar tumbado en el suelo de mi habitación. Tenía unos 3 años y me pasaba horas bajo la luz hojeando libros infantiles. Las ilustraciones de las niñas y mujeres con vestidos eran fascinantes. Había una sensación de deseo y fascinación que me mantenía mirando durante horas. Por mucho que esos libros ilustrados me atrajeran, también me atormentaban. Algo claramente no estaba bien. Pero también quedaba muy claro que cualquier mención de interés por la ropa o las actividades femeninas no era aceptable.

Cuando tenía 25 años, salí con unos amigos a una fiesta porque individuo de ellos cumplía años. Entre tanta gente vi a una hermosa madama, de cabello rubio, largo. Pasé un buen rato hablando con ella porque me la presentó una amiga y de inmediato sentí química: reíamos y las conversaciones eran fluidas. Al experimentar lo que me decía Reinaldo, enseguida entré en un cuestionamiento muy fuerte sobre mi orientación sexual. Fue bastante duro porque a pesar de conocer que era una chica trans, no podía dejar de pensar en ella. Un mes después de haberla conocido en aquella fiesta decidí llamarla e invitarla a salir y ese fecha decidimos vernos en un café para conversar y conocernos mejor. Siendo limpio por eso tardé en llamarte, tenía muchas dudas y cuestionamientos sobre el hecho de sentirme atraído hacia una mujer trans, pero entendí que hay una gran diferencia entre orientación venéreo e identidad de género. Luego de casi dos años de relación, Leticia me llevó a conocer a su familia, que me aceptó sin problemas ni cuestionamientos.

Por Sia K. Para la mayoría de personas cisgénero, es difícil comprender qué siente una persona transgénero. Abajo intentaré desmontar estas narrativas, y explicarlas desde mi experiencia como mujer trans. Nací en el cuerpo equivocado Cuando nacemos, no tenemos desarrollado un sentido de nosotras mismas, es mediante nuestra interacción con el mundo exterior y los estímulos que se nos presentan que comenzamos a desarrollarnos como seres individuales.

Les conté, invadida por la ansiedad, algo antes de graduarme de la facultad. Quise mostrarles que ese diploma, que da razón de mi enorme ahínco y es su motivo de altanería, corresponde a quien soy yo. Mi transición no cambiaría en absoluto mis conocimientos en ingeniería. Contarles fue agónico, pero, para mi fortuna, mis padres y mis hermanas al final lo tomaron muy bien. No sé qué habría sido de mí si no hubiera resultado así.

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