
Juanes Lo habitual no es que un hombre bueno, ni una mujer tampoco hable de la falta de apetito sexual. Juanes lo hace en esta canción repleta de dobles sentidos. A Juan Esteban le han dejado y ha perdido «su cama» o lo que se puede entender como las ganitas de sexo. Por ejemplo, esta: «Que bonito mirar la sombra que hacen las rejas mientras meto las orejas en el centro de tu andar».
Desde el umbral de la herrería, macizo de escoria y de ceniza, los contemplo. Ahora los martillos giran, se ciernen sobre el yunque y caen lentos y seguros sobre el gavilán encendido. Ninguno se precipita y todos dan en su sitio: pin, pan, pin, pan, pin, pan… XIII El negro seguro y gigantesco se yergue sobre una pierna en el pescante. Sostiene firmes las riendas de la cuadriga y el carro se vence bajo el peso de la condena que se arrolla al soporte. La camisa azul del esclavo se abre en el cuello hasta mostrar el pecho y se afloja y abomba con el viento sobre la faja. Su mirada es tranquila y autoritario. El sol cae ahora sobre su pelo crespo y sobre el azabache pulido de su piel. Me apasiona este gigante pintoresco y también los cuatro caballos que gobierna. Me inclino ante los altares humildes y olvidados y no desdeño nada ni a nadie.
Licor -En alto vive, en alto mora, en alto teje, la tejedora. La araña -Tiene dientes y no come, tiene cabeza y no es macho. Ajo -Quién bebe agua por los pies? Avellana -Soy ave y soy llana, pero no tengo pico tampoco alas.