
El dorado No. Debía ser enero. Él salió a despedirse y alguien le alcanzó un paño negro para que se protegiera del frío que anuncia el comienzo de la noche en los meses de sequía. El obispo era un octogenario alto y delgado, penetrante, autoritario. Cuando nos pusimos en movimiento, se abrigó mejor y levantó la mano. La dejó arriba unos segundos y trazó una cruz con la punta de los dedos. Luego se quedan en silencio: la boca reseca y la respiración agitada, con esa mirada calma que da la liberación, sepultadas en un silencio que sobrecoge, dice descargando su cuerpo en una silla con un crujido de astillas que parte de su cintura.
Si mi memoria no me falla un tal Medina Catalejo dió validez un gol con la mano de Hormonaman que pudo significar una Liga a favor del Barcelona. La explicación que nos dieron fué que ya estaba designado de antes. Yo creo que Juanma no se cree lo q dice y que me perdone si le ofendo. El que algo no se pueda probar no significa que no exista. Aquí, en Expaña, hay políticos, muchos, que se lo llevan crudo, hay jueces que se lo llevan crudo, que prevarican; hay policias corruptos que se quedan con un porcentaje grande de alijos de drogas interceptados, hay sindicatos condenados PSV por estafar, hay trabajadores que fingen lesiones que no tienen, hay gente que conduce sin carné y sin seguro Un saludo. De todas maneras adorar ver fantasmas en la historica estación culé es un argumento mega cutre Yo creo que la justificación esa que alguien hace algo mal pq es malo en aptitud, mas que nada me parece pueril y desenfocada. Muy a lo Monty Pithon, por seguir el hilo
Un abrazo. Yo escucho la emisora por usted y por César Vidal que me impulsan a seguir otros programas de no tan elevado nivel empero como son de la que creía mi casa, uno tiende a apegarse con su familia haga lo que haga. Pero tal como hagan con usted y con César haré yo con la Cope y si los maltratan que los escuche Gallardón. Conmigo que no cuenten. Esto es, justamente, la presión económica del gobierno a los curas, que, de nuevo, demuestran que no son de fiar.
El viejo murmuró alguna cosa y encendió su linterna como todarespuesta. No vio a nadie. Podría ser; aunque poco así nunca había sucedido. Aguardó unos momentos y escuchó atentamente. Como todas las noches paseó su linterna por la penumbra del inmenso almacén aun llegar a la oficina del abecé. Todo quieto y en calma. Volvió Morales ahora sobre sus pasos, esta vez para revisar una por una las filas de interminables estanterías empero no encontró a nadie.